Se suponía que Carvana revolucionaría la compra de automóviles. Con elegantes torres similares a las de las máquinas expendedoras, campañas de marketing agresivas y un modelo de negocio avanzado en tecnología, la empresa capturó la imaginación de una generación ávida de comercio electrónico tras la pandemia. La promesa era audaz: una experiencia de compra de automóviles digital y sin complicaciones, sin los quebraderos de cabeza tradicionales de los concesionarios.
Pero detrás de este ostentoso exterior, los críticos sostienen que la fundación de Carvana está plagada de deudas, mala administración y engaños. Con acusaciones que van desde prácticas contables fraudulentas hasta operaciones de dumping bursátil con información privilegiada y planes de préstamos de alto riesgo, Carvana se encuentra ahora bajo un intenso escrutinio por parte de inversores, reguladores y clientes por igual.

Este blog profundiza en lo que realmente es Carvana, cómo funciona, si es legítimo y comparte más detalles.
¿Qué es Carvana?
Carvana es un minorista de autos usados en línea fundado en 2012 y con sede en Tempe, Arizona. La compañía tiene como objetivo revolucionar el modelo tradicional de concesionarios de automóviles al ofrecer a los consumidores la posibilidad de comprar, financiar e incluso intercambiar vehículos completamente en línea. En lugar de regatear con los vendedores, los clientes pueden consultar un inventario digital, obtener financiación y programar la entrega o recogida en una de las máquinas expendedoras de automóviles exclusivas de Carvana.
En su apogeo, Carvana fue aclamada como un «Netflix para autos». El marketing de la empresa se basó en gran medida en funciones de conveniencia y transparencia que, a menudo, no se encuentran en las experiencias de compra de automóviles convencionales. Su amplia red logística le permitió operar en cientos de mercados estadounidenses, con plazos de entrega rápidos y políticas de devolución flexibles.
Respaldadas por el capital de riesgo y el entusiasmo inicial de los inversores, las acciones de Carvana se dispararon tras su OPI de 2017. La empresa se vendió como una empresa tecnológica con visión de futuro en lugar de como un minorista de automóviles tradicional. Sin embargo, a pesar de su marca, las operaciones principales de Carvana (adquisición, reacondicionamiento, préstamos y ventas de vehículos) siguen siendo intensivas en capital y dependen en gran medida de los mercados de crédito al consumo.
¿Cómo funciona Carvana?
Carvana simplifica el proceso de compra de automóviles usados al digitalizar casi todos los pasos. Los clientes comienzan navegando por miles de anuncios en el sitio web o la aplicación de la empresa, filtrando por marca, modelo, precio, kilometraje y otras características. Una vez seleccionado un vehículo, los compradores pueden ver imágenes de 360 grados, informes del historial del vehículo y desgloses de precios. Carvana también ofrece un modelo de precios «sin regateo», que, según afirma, brinda transparencia y elimina el estrés tradicional de los concesionarios.
A continuación, los usuarios pueden solicitar financiación directamente a través de Carvana. La empresa evalúa los puntajes crediticios y los ingresos para ofrecer decisiones de préstamo instantáneas. Alternativamente, los compradores pueden utilizar financiación externa o pagar en efectivo. Carvana incluso facilita las permutas al ofrecer tasaciones en línea, a menudo sin ser vistas.
Después de la compra, los clientes pueden programar la entrega a domicilio o recoger el vehículo en una de las máquinas expendedoras de vidrio de varios pisos de Carvana. Una vez que llega el automóvil, los clientes tienen un período de prueba de siete días. Si no están satisfechos, pueden devolverlo para obtener un reembolso completo, otra función que se promociona como revolucionaria.
Sin embargo, entre bastidores, Carvana gestiona el abastecimiento, las inspecciones, el reacondicionamiento y la logística de los vehículos. También es propietaria de su división de financiación, que gestiona los préstamos y los agrupa en valores respaldados por activos. Esta complejidad revela que, si bien la experiencia del cliente es perfecta, Carvana opera un sistema complejo y muy apalancado.
¿Carvana es legítimo o una estafa?
A primera vista, Carvana es una empresa legítima. Cotiza en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE: CVNA), opera en todo el país y ha entregado millones de vehículos a clientes de todo EE. UU. Su sitio web funciona, los vehículos son reales y miles de compradores han completado sus compras sin problemas. Sin embargo, la legitimidad no siempre significa ética o sostenible; aquí es donde surgen las dudas.
Numerosos clientes han informado de problemas graves con Carvana, que van desde daños no revelados y fallos mecánicos hasta retrasos prolongados en el registro de vehículos. En algunos estados, los compradores llevan meses conduciendo con etiquetas temporales caducadas porque Carvana no presentó la documentación a tiempo. Estas fallas en el registro han provocado problemas legales para los conductores y han provocado la adopción de medidas reglamentarias a nivel estatal. Por ejemplo, la licencia de concesionario de Carvana ha sido suspendida o amenazada en varios estados, incluidos Illinois y Carolina del Norte.
El Informe de investigación de Hindenburg lleva las críticas más allá. Acusa a Carvana de prácticas contables engañosas, de dumping bursátil con información privilegiada y de conceder préstamos abusivos de alto riesgo. De ser ciertas, estas afirmaciones sugieren un riesgo sistémico, no solo incidentes aislados.
Entonces, ¿Carvana es una estafa? No en el sentido tradicional y totalmente fraudulento. Sin embargo, su supuesta manipulación de los datos financieros, el enriquecimiento de información privilegiada durante el declive y los fracasos de los servicios al consumidor revelan un patrón que, según muchos, es profundamente poco ético, si no ilegal. Si bien es posible que no se trate de una estafa por definición, los críticos insisten en que no se trata de la innovación que preconizan al consumidor como dicen ser, sino de un modelo empresarial precario disfrazado de conveniencia digital.
¿Quién es Ernie Garcia?
Un elemento central de la historia de Carvana es Ernie García II, el delincuente convicto al que a menudo se hace referencia como el «titiritero» de la empresa. Si bien su hijo, Ernie García III, es el director ejecutivo oficial, muchos sostienen que García, el padre, sigue ejerciendo una influencia significativa entre bastidores gracias a su participación directa y al control de entidades relacionadas, como DriveTime.
El accidentado pasado de García II se remonta al escándalo de ahorros y préstamos de la década de 1980, uno de los mayores fraudes financieros de la historia de los Estados Unidos. Se declaró culpable de fraude bancario por su participación en el colapso de Lincoln Savings and Loan, que estafó a los inversores con millones de dólares. Si bien evitó una larga sentencia de prisión al cooperar con las autoridades, su reputación nunca se recuperó en los círculos financieros profesionales.
Sin embargo, García logró resurgir en la industria financiera automotriz. Creó DriveTime, una compañía de préstamos para automóviles de alto riesgo dirigida a prestatarios de alto riesgo, y más tarde ayudó a lanzar Carvana como una empresa derivada. Gracias a estructuras de propiedad complejas y operaciones compartidas, García II ha permanecido estrechamente vinculado a las operaciones de Carvana, lo que suscita preocupación por la transparencia y la gobernanza.
Los críticos sostienen que la presencia continua de García contamina las afirmaciones de innovación y ética de Carvana. El informe Hindenburg cuestiona por qué una empresa con un fundador tan famoso ha sido objeto de poco escrutinio regulatorio hasta hace poco. Para muchos inversores y consumidores, saber que un delincuente financiero condenado está vinculado a una importante operación minorista, especialmente a una que se ocupa de préstamos y deudas, es más que preocupante; es una señal de alerta que ondea a plena vista.
Los mayores secretos de Carvana sobre el fraude contable y financiero
Las impresionantes cifras de ingresos de Carvana a menudo se han promocionado como señales de innovación y éxito. Sin embargo, según el informe de Hindenburg Research, estas cifras pueden ser más una ilusión que una realidad. La deuda de la empresa se ha disparado hasta superar los 8 000 millones de dólares, una cifra asombrosa para una operación relativamente joven. Para los inversores, Carvana presenta un panorama de rápido crecimiento y aumento de la rentabilidad. En la práctica, los críticos dicen que depende en gran medida de maniobras contables agresivas para parecer solvente.
Uno de los métodos citados es la manipulación de los gastos de envío. En lugar de clasificar el envío y la logística de los vehículos como gastos operativos, Carvana supuestamente transfiere estos costos a otras categorías para inflar artificialmente las ganancias brutas por vehículo. En un momento dado, la empresa declaró que ganaba más de 7.000 dólares por automóvil, lo que sorprendió a toda la industria automotriz, donde el promedio es mucho más bajo.
Aún más preocupante es la agrupación y reventa de préstamos para automóviles de alto riesgo (que se analiza más adelante en la siguiente sección). Al registrar los ingresos inmediatamente después de la venta, pero aplazando los costos o las pérdidas relacionados con el incumplimiento de los préstamos, Carvana crea la ilusión de tener un balance más saludable que el existente.
Es posible que estas tácticas no sean ilegales, pero se hacen eco de la ingeniería financiera que precedió a los colapsos corporativos del pasado: Enron, Lehman Brothers y otros. Los críticos sostienen que los libros de Carvana no están diseñados para reflejar la realidad sino para maximizar la valoración de las acciones y engañar a los accionistas. Estas acusaciones se han intensificado a medida que los precios de las acciones se han desplomado y la pérdida de efectivo de la empresa se ha acelerado.
En resumen, las cifras parecen buenas sobre el papel, pero bajo la superficie, Carvana se está ahogando en un mar de riesgo apalancado y prácticas financieras insostenibles.
El modelo de negocio y los préstamos de Carvana
Uno de los aspectos más alarmantes del modelo empresarial de Carvana es su dependencia de los préstamos de alto riesgo para automóviles. Los prestatarios de alto riesgo (aquellos con puntajes crediticios bajos y alto riesgo de incumplimiento) representan una parte importante de la base de clientes de Carvana. Algunas estimaciones sugieren que casi la mitad de los compradores de Carvana deben más por sus vehículos de lo que valen los automóviles. Esto refleja la imprudente conducta crediticia que llevó a la crisis inmobiliaria de 2008.
Carvana no solo origina préstamos para estos clientes de alto riesgo a través de su división de financiación interna, sino que también los empaqueta y vende como valores respaldados por activos a los inversores. Si bien esta táctica permite a Carvana recuperar efectivo rápidamente y eliminar el riesgo de su balance, supone una carga para el sistema financiero en general. Los inversores asumen el riesgo de impagos, mientras que Carvana obtiene beneficios a corto plazo.
El informe Hindenburg se compara directamente con la crisis de las hipotecas de alto riesgo y advierte que la morosidad de los préstamos para automóviles ahora supera incluso los niveles anteriores a 2008. No se trata solo de una señal de alerta para Carvana, sino de un problema sistémico que podría desestabilizar partes de la industria de financiación de automóviles. Si los impagos siguen aumentando, el valor de estos valores agrupados podría desplomarse y provocar pérdidas tanto para los inversores institucionales como para los bancos.
La preocupación se ve agravada por el hecho de que las prácticas de suscripción de Carvana pueden priorizar el volumen por encima de la calidad. En una carrera por aumentar su cuota de mercado, la empresa corre el riesgo de crear una burbuja de deuda que no podrá sostener. Si bien los beneficios de estos préstamos pueden parecer buenos en los resultados trimestrales, las consecuencias a largo plazo podrían ser catastróficas para Carvana y los mercados financieros vinculados a su cartera de préstamos.
Dumping bursátil con información privilegiada: sacar provecho del colapso
Mientras la situación financiera de Carvana se deterioraba y el valor de sus acciones se desplomaba, los ejecutivos y las personas con información privilegiada estaban cobrando dinero. Según Hindenburg Research, el director ejecutivo Ernie Garcia III y otros accionistas importantes vendieron más de 1.400 millones de dólares en acciones de la empresa justo cuando empezaron a aparecer grietas en el modelo empresarial. Esta venta masiva se produjo mientras los inversores públicos seguían vendiéndoles la idea de un crecimiento imparable, lo que suscitó serias dudas sobre el conocimiento interno y la gobernanza ética.
El momento no fue una coincidencia. Estas ventas masivas de acciones comenzaron poco antes de que el precio de las acciones de Carvana comenzara a caer bruscamente, justo cuando la deuda de la empresa alcanzaba niveles insostenibles. Si bien la venta de acciones no es ilegal, estas desinversiones a gran escala durante períodos de tensión financiera suelen indicar algo mucho más preocupante: la falta de confianza en el futuro de la empresa por parte de quienes mejor la conocen.
Los críticos sostienen que estos vertederos de existencias equivalen a abandonar el barco mientras los pasajeros (clientes, empleados y accionistas) no saben que el barco se está hundiendo. En el contexto de las acusaciones más amplias contenidas en el informe Hindenburg, las transacciones con información privilegiada se parecen menos a una planificación financiera ordinaria y más a una especulación oportunista.
Este comportamiento socava la confianza de los inversores y plantea dudas sobre la transparencia y la responsabilidad. Si los líderes de la empresa obtienen beneficios mientras el valor se derrumba y los clientes sufren, se pone en duda el compromiso de Carvana con la sostenibilidad a largo plazo o la responsabilidad ética. Para muchos, estas medidas internas no son solo señales de alerta, sino que también son señales de alarma.
Problemas de calidad y pesadillas de los clientes
A medida que Carvana escalaba sus operaciones a una velocidad vertiginosa, el control de calidad y la atención al cliente empezaron a desmoronarse. Numerosos informes de compradores detallan que los automóviles llegaron con problemas mecánicos no revelados, daños estructurales, piezas faltantes o reparaciones defectuosas. En un caso, un cliente afirmó que su vehículo recién comprado tenía más de 100 000$ en daños anteriores que no se tuvieron en cuenta durante la venta. Otros han denunciado que se vieron obligados a reemplazar neumáticos o amortiguadores a las pocas semanas de la entrega.
Más alarmantes son las quejas generalizadas sobre los retrasos en el registro. En varios estados, los clientes esperaron meses, a veces más de un año, para recibir la documentación adecuada, lo que les permitió conducir ilegalmente o estacionar sus vehículos sin dejar de pagar el préstamo. Estos problemas han tenido consecuencias en el mundo real: arrestos, vehículos incautados y una enorme frustración de los consumidores.
El otrora célebre servicio de atención al cliente de Carvana se ha deteriorado debido a la presión. La asistencia telefónica a menudo no responde, retrasa la resolución de los casos, y algunos compradores afirman que han sido engañados por completo después de denunciar problemas. Las agencias reguladoras han tomado nota; varios estados han suspendido o amenazado con revocar la licencia de operación de Carvana debido a infracciones de registro y prácticas engañosas.
Conclusión
El ascenso y el desmoronamiento de Carvana cuentan una historia más amplia sobre la disrupción descontrolada, la manipulación financiera y los peligros de priorizar el crecimiento por encima de la gobernanza. Lo que comenzó como una promesa impulsada por la tecnología para transformar la compra de automóviles ha puesto de manifiesto errores éticos profundamente arraigados y riesgos financieros sistémicos. A medida que los reguladores se acercan y la confianza de los consumidores se erosiona, Carvana es una advertencia contundente: no todos los disruptores son salvadores; algunos son simplemente viejas estafas en envases nuevos.
¿Carvana es legítimo? Preguntas frecuentes
¿Carvana sigue funcionando a pesar de las controversias?
Carvana sigue operando en la mayoría de los estados de EE. UU., aunque sus licencias de concesionario han sido suspendidas o amenazadas en algunas jurisdicciones debido a infracciones de registro y quejas de los clientes. Las investigaciones en curso pueden afectar sus operaciones futuras.
¿Por qué están investigando a Carvana?
Carvana es objeto de un escrutinio minucioso para detectar prácticas contables cuestionables, ventas de acciones con información privilegiada e infracciones reglamentarias. La SEC y las agencias estatales están estudiando la forma en que la empresa reporta las ganancias, gestiona el registro de clientes y agrupa los préstamos de alto riesgo en valores que vende a los inversores.
¿Puedo seguir comprando un coche de Carvana de forma segura?
Si bien muchas transacciones se realizan sin problemas, numerosos compradores han informado de problemas con el estado del vehículo y retrasos en la documentación. Si compras en Carvana, revisa minuciosamente el historial del vehículo, verifica los plazos de la documentación y comprende tus opciones de devolución.
¿Qué pasa si Carvana se derrumba financieramente?
Un colapso financiero podría afectar a los mercados de financiación de automóviles, especialmente en el caso de los préstamos de alto riesgo. Los consumidores pueden tener que hacer frente a entregas canceladas, devoluciones sin procesar o dificultades para gestionar los préstamos. Los inversores y los prestamistas institucionales también podrían sufrir pérdidas debido a la exposición a valores respaldados por Carvana.